¿Quien nos defiende a nosotros?
Parece que una boda comienza con el consabido "si quiero" de los novios o contrayentes, pero aún dando por bueno ese comienzo, en una boda desde ese momento comienzan una serie de relaciones jurídicas entre los novios y terceras personas, que no son nada fáciles de solventar en la forma más adecuada para la defensa de sus intereses, tanto individuales como de la sociedad de gananciales, como se la define en nuestro ordenamiento jurídico, si bien no es el único régimen por el que la pareja puede optar.
Pongamos por caso el salón del restaurante u hotel donde se va a celebrar el acontecimiento, y que pueden pasar mil y una situaciones que hagan que necesitemos un abogado o un servicio de asesoría jurídica prestado por una empresa independiente.
Normalmente no pasa nada, pero recuerdo hace años cuando un dirigente de la casta política de cuyo nombre no quiero acordarme, decidió celebrar su boda en un salón que ya estaba reservado por un particular, que se tuvo que buscar otro sitio para hacerlo. Y claro, es el día de tu boda y tampoco es plan de presentarte allí con la guardia civil.
Otro ejemplo bien podría ser a la hora de buscar piso, que ya se sabe que el casado casa quiere. Piso que puede ser en propiedad aprovechando la bajada de los precios de los inmuebles, o en alquiler. En ambos casos nos encontramos con una inmobiliaria que lo mismo no mira expresamente por la defensa de nuestros intereses como comprador o como inquilino, y no vendría nada mal el tener de nuestro lado una red de abogados colegiados, que nos representara en esas situaciones en las que la confianza en un profesional es esencial.
Pues existe ese servicio. Se llama Mi Asesor y es de la empresa Affinion International, que incluye incluso un servicio informático de asistencia remota, cosa que a más de uno le va a venir estupendamente.
Y no, no voy a decir a quien.
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