Llamamos Barbie en mi comunidad de vecinos a una vecina bien valga la redundancia, que es un clon de la famosa muñeca que tantos tanto partidarios como detractores tiene. Es una muñeca que por los más variopintos motivos, no deja a nadie indiferente ante su mera presencia.
Y eso que es un objeto inanimado, que si fuera de carne y hueso la liaba seguro. Pues mi vecina Barbie al igual que su homóloga de juguete y siempre según la opinión del resto de vecinos, es muy larga, muy canija, muy repipi, muy estirada y prentende ser además muy pija, por más que sea un quiero y no puedo, ya que de dinero anda más bien escasa. De tetas también, pero se buscó un noviete con el que se casó, que le subvencionó una operación de aumento de pecho con dinero prestado al banco, y del que se separó apenas seis meses después. Vamos que el noviete, disfrutó poco de las tetas de la Barbie.
Ahora Barbie se nos vuelve a casar, y mira que yo me alegro por ella porque a mi me cae bien a pesar que al resto de vecinos les cae fatal Barbie y viceversa, que ella tampoco traga a ninguno. Mejor, porque así las relaciones sobre todo cuando hay una reunión de la comunidad de propietarios son menos tensas, ya que como ella no asiste, el resto del tiempo se dedica a cuchichear sobre ella en lugar de dar cumplimiento al orden del día de la convocatoria de la reunión, todo ello con el beneplácito de la mujer del presidente. Mi comunidad así a lo tonto, es como la del programa ese que sale en la cadena que sólo emite tele basura.
A lo que iba, que Barbie está ahora viendo por internet exclusivamente vestidos novia de Barbie, pero como ha engordado un poquito se los busca de varias tallas menos, intentando que le queden como a la Barbie original, la muñeca.
Y el caso es que yo de vestidos de novia de Barbie entiendo poco, pero lo que menos me imagino son los motivos que han llevado a Barbie mi vecina, a volverse a casar.
¡Cualquiera sabe!
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