La gente a la hora de regalar es sobre todo clásica. Siempre regala lo mismo, a las mismas personas y en las mismas fechas. Hartito estoy de decirle a mi familia que no quiero más corbatas, más relojes, más móviles, más colonia o más ropa. Que quiero libros, muchos libros, cuantos más mejor. En mi casa en mi tiempo libre, siempre habrá lugar para un libro. Unos mejores y otros peores, pero libros. Dadme libros.
Dejad que los libros se acerquen a mi.
Y en las bodas. Ahí si que la gente es clásica, tanto o más que los novios que agobiados por la presión de su entorno deciden con más o menos razón, formalizar una relación ya existente y que sin el acto del bodorrio lo mismo duraría más o menos que sin él, pero que se casan porque cómo todos lo hacen...
Digo que la gente es clásica porque todos regalan más o menos lo mismo, o dinero, o seleccionan algo de la lista de bodas de la que al cabo de un tiempo ya ni se acuerdan.
Yo no. Yo regalo sobre todo libros de texto y eBooks. ¿Por qué? Pues porque me gusta regalar libros, sobre todo si son libros que yo he leído o tengo previsto leer, para compartir con los novios las aventuras y vivencias que voy a vivir al leerlo, y sobre todo ¡porque me da la real gana!, que yo regalo lo que quiero, no lo que me sugieran que les gustaría que les regalara.
¡Y pobres novios si no lo leen!, que al cabo del tiempo paso a preguntarles qué les ha parecido y les hago preguntas trampa para averiguar si me están mintiendo con sus respuestas.
Si. Lo reconozo, soy más cabrón que el Bárcenas ese de los papeles. Pero son mis amigos y mis regalos.
¡Y es lo que hay!
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