Dicen que la hipoteca es para toda la vida mientras que el matrimonio es para unos pocos años, y así parece ser al menos en las últimas décadas, donde hay matrimonios que duran un suspiro mientras la hipoteca la acabarán pagando tus nietos. Aún así las familias que pueden permitírselo, tienen por costumbre regalar tanto oro como propiedades inmobiliarias a los novios, en la creencia más o menos acertada de que ese matrimonio va a ser para toda la vida, como la canción.
Y algunos los son, mientras que otros duran hasta los primeros cuernos y la parte cornuda decide poner fin a esa relación en la que tanto está aportando y tan poco recibiendo, sin darse cuenta que eso precisamente es el amor, y que si te han puesto los cuernos, es porque tu pareja no está recibiendo todo lo que necesita y por eso lo busca fuera de la relación. En vez de hablarlo e intentar ponerle solución, pues se dice que tu pareja es tal o cual, y que se vaya a tomar por culo. Lo normal, vamos.
¿Qué se hace entonces con los regalos? Aquí la casuística es tan ilimitada como ilimitados son los contrayentes, y a veces se devuelven a la familia que los hizo o se los queda el cónyuge que los recibió, aunque no son pocos los casos en los que habiendo mucho oro de por medio, incomprensiblemente desaparece durante la separación matrimonial. Y aquí comienzan los problemas judiciales para beneficio de abogados y demás buitres intervinientes en un proceso de separación en los que no hay mutuo acuerdo de las partes.
Casos hay también de matrimonios pactados entre familias para que los respectivos patrimonios no se diluyan, donde se acuerda que cada uno se busque los respectivos amantes, y se sabe que no va a haber separación posible.
Y estos casos son los mejores clientes de una tienda para comprar oro, pues por parte de las familias de ambos novios, se hacen regalos cuanto más caros, mejor.
Y aquí el oro, es el protagonista absoluto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario